Reportaje tomado de la página de la Liccom, UdelaR
ARTIGAS PARA ARMAR
En enero de 1973 se promulgó la ley 14.101 que creaba el Consejo
Nacional de Educación (CONAE). Impulsada por el entonces presidente Juan
María Bordaberry y su ministro de Educación y Cultura Julio María
Sanguinetti, esta ley creó un nuevo ente autónomo que tomaría la tutela
de los organismos de primaria, secundaria y UTU, consagrando la doctrina
de seguridad nacional en el ámbito educativo. El CONAE dirigió la
educación uruguaya hasta marzo de 1985.
Para conocer cómo se mostraba la figura de Artigas en las aulas durante ese período, Sala de Redacción
dialogó con el profesor Carlos Demasi, Licenciado en Ciencias
Históricas, Magister en Ciencias Humanas y Profesor de Historia por el
Instituto de Profesores “Artigas”.
¿Cuál fue la visión de Artigas que se brindó desde la educación en la dictadura?
Artigas era un material bastante indócil para la dictadura. La
aspiración del CONAE era presentar un Artigas de perfil principalmente
militar; tiene un pasado militar en la época colonial, para pasar a ser
un militar líder de la revolución. “Su ejército es su pueblo”, es una expresión muy de época, “pueblo y gobierno”,
se quería impartir una imagen de civiles y militares trabajando
juntos. Sobre todo en el éxodo, todo el pueblo siguiendo a Artigas, un
militar que acaudilló 15 mil personas. Para los uruguayos Artigas es
medio idiosincrático todos tenemos una idea de Artigas, pueden convivir
aspectos contradictorios sin conflicto. Por eso la imagen de un Artigas
solo militar o solo dirigente no pegaba mucho.
¿Qué dificultades encontraba un profesor de Historia al tratar las ideas más revolucionarias de Artigas?
Esa imagen de Artigas muy asimilada al Che Guevara, digamos que
circulaba mucho en la sociedad antes del Golpe de Estado, lo encontrabas
en el suplemento infantil de “El Día” lo encontrabas en el Escolar del
diario “El País”. Ese Artigas radical estaba en todas las cabezas, los
alumnos lo escuchaban en la casa, entonces no necesitabas explicarlo. Lo
interesante de la enseñanza es que muchas veces no tenés necesidad de
hacer explícito el mensaje que estas mandando, alcanza con evocarlo
apenas o referenciarlo de alguna forma. Dando clase en la época de la
dictadura nos dimos cuenta que podías tener el inspector enfrente, dar
una clase enteramente radical y el tipo lo veía como una clase normal; o
por el contrario, la clase más banal y el tipo te advertía: mirá cómo
vas a decir eso.
¿Cuáles fueron los cambios a nivel educativo con la apertura
democrática en torno al prócer? ¿Hasta cuando se impartió esa visión del
CONAE en democracia?
Algunos siguen hasta ahora, hay muchos Artigas en los salones de
clase, no hay uno solo. En la apertura se volvió al Artigas de 1970.
Pero el contexto era diferente, en ese momento el documento central del
ideario artiguista era el reglamento de tierras, que definía al prócer
revolucionario que quería una reforma agraria, era un poco los proyectos
de la izquierda de los 70′. Hablando de una Liga Federal decías que
Artigas no quería un Uruguay independiente, sino un sistema de
provincias con cierta autonomía… Eso sonaba muy revolucionario por esos
años. En 1985 el documento central eran las Instrucciones del año XIII,
era el fundamento de la democracia recuperada. O sea, se creó un artigas
anti militar y las Instrucciones dan un poco el pie para eso: se habla
del poder civil, “… el despotismo militar será expresamente aniquilado…”,
etc. En los noventas el documento que circula más es el reglamento de
aduanas que firmo Artigas al día siguiente de firmar el reglamento de
tierras, el mismo establecía el libre comercio entre las provincias de
la región, se veía allí una especie del núcleo del Mercosur. La lectura del pensamiento artiguista va en línea con las necesidades del momento.
¿Cómo se hacía para erigir un héroe cuando era traicionado constantemente y mitificar sus derrotas como lo fue el Éxodo?
La historia de las traiciones que sufrió contribuyó a crear el héroe
nacional. El que creó el paradigma del relato artiguista fue Zorrilla y
lo comparó con Jesús. Hace la explicación explicita, dice: el éxodo fue
el domingo de ramos y el exilio en Paraguay la crucifixión. La gente de
confianza que lo traiciona refuerza ese paradigma también, o sea lo
traicionó algún Judas. La historia mira el pasado con los ojos de
Artigas, es casi como una autobiografía. El relato del comienzo de la
revolución, que empieza de varios lados a la vez medio inorgánicamente,
un poco espontáneamente, se copia del relato que le hace Artigas a la
Junta del Paraguay, “la admirable alarma” y todo ese tipo de
expresiones, son las que usa Artigas para ganarse la simpatía con un
interés político claro, quiere que Paraguay lo ayude para luchar contra
Portugal. No está haciendo historia pero para los historiadores eso ha
quedado como el relato verídico de cómo se procesaron los hechos. En
esos términos lo que dice Artigas es la regla de verdad y sus textos,
mandamientos, ahí no hay sentido crítico.
¿Qué clase de tensiones se tenían al momento de hablar de estos temas tan delicados con los alumnos?
Hubo inspectores de toda calaña pero tuvimos la suerte de que todos
eran profesores de Historia y además buenos profesores de Historia. El
aspecto técnico era el que primaba, cómo das la clase, que referencias
usás. Siempre y cuando no dijeras alguna locura, si dabas una clase
técnicamente bien la podías defender. El problema estaba cuando querías
meter las razones sociales y económicas en la explicación, el tema de la
revolución era mejor subordinarlo al pueblo tras el héroe, sin gauchos,
injusticias sociales, malvivientes etc. El punto más crítico en aquella
época era que la enseñanza de la historia nacional no era monopolio de
la clase de historia, había más espacios en donde se enseñaba historia,
por ejemplo en los actos donde se decía un discursete que muchas veces
venia de arriba. En las clases de Educación Moral y Cívica tenían que
tomar los héroes nacionales como paradigma, acordar con el profesor de
moral y cívica qué Artigas íbamos a dar … a veces era muy difícil.
¿Cómo se las arreglaban para tratar frases tan democráticas como “mi autoridad emana de vosotros…”?
No podías obviarla, podías esquivar “los más infelices serán los más privilegiados”
por ejemplo. ¡Tenías que darla! Pero en la situación de clase vos
comentabas el documento artiguista y rogabas que ningún alumno se le
ocurriera preguntar “profe… ¿y ahora como es la cosa?”. Los gurises
además entendían las reglas del juego, se quedaban en el molde sacaban
apuntes y después te lo ponían en el escrito, todo bien. Ahora, una
situación de lo más perversa desde el punto de vista educativo, porque
vos, si no los provocas un poco… Digamos que no tenés una idea si están
aprendiendo o no, tampoco le generas cierto perfil crítico. En el
espacio de la clase ese tema quedaba excluido de la referencia
explícita. A lo largo de la actividad de todo un año lectivo, vos vas
construyendo con los alumnos mecanismos de comunicación que no son
visibles y que se refieren a explicaciones ya dadas, preguntas del año,
anécdotas, que a veces vos das sólo con un gesto. Hablando con ellos
fuera de la clase te dabas cuenta que había un comportamiento paralelo.
Cosa que se hizo evidente cuando se inicia la apertura y empezabas a ver
alumnos totalmente disciplinados, que eran una maravilla, salían afuera
y los metían presos volanteando por el “NO” y cosas así.
Los aspectos institucionales en cambio
eran un poco complicados, vos mirabas los documentos y decías… bueno,
qué decisiones o que resoluciones toma Artigas, entonces tenés “Mi autoridad emana de vosotros” no la digas mucho en la dictadura, las Instrucciones del año XIII hablá en general, la que dice “el despotismo militar” más vale no la menciones.
¿Cómo se conciliaba la idea de “Padre de la Patria” con un Artigas que rechazo los ofrecimientos de independencia nacional?
Hay toda una movida de historiadores argentinos -en ese sentido Pacho
O’Donnel es muy emblemático-: acusan al Uruguay de construir un Artigas
nacionalista pero construyen otro igual de nacionalista pero a la
inversa. Esto es un elemento que nosotros manejamos normalmente: dos
veces explícitamente Artigas niega la independencia de Uruguay. En 1815
Buenos Aires le ofrece la independencia y se pone furioso. Hay que tener
en cuenta que la actuación de Artigas transcurre en 10 años y aunque
demuestra convicciones muy firmes, esos 10 años son un tiempo breve y
lo ven cambiar, gradualmente se puede ver un cierto desencanto en
Artigas. O sea, va reduciendo sus pretensiones en la medida que observa
que Buenos Aires es incontrolable. Por eso podemos decir que los
historiadores argentinos pasan por alto que Artigas en las Instrucciones
explícitamente sentencia que la capital debe estar fuera de Buenos
Aires, hoy miras a Argentina y no tiene nada que ver con lo que Artigas
propuso, o sea, si querés ser artiguista empezá cambiando la Argentina.
Mateo Butin
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LOS CATONES DE LA DICTADURA
Recuerdo a un profesor de Moral y Cívica que me increpó directamente, allá por el año 76 o 77:
-¿Cómo es eso que usted le dice a sus alumnos que Artigas era
contrabandista? Eduardo Acevedo había dicho que los que expresaban eso
eran malos Orientales!.
Que te digan eso en 1977 era de cuidado. Mi único argumento fue decirle:
- Mirá, Acevedo escribió eso en 1910; se han publicado otras cosas…
- ¿Qué cosa se ha publicado?- me insistía.
Yo me sabía la respuesta de memoria.
- Hay como seis o siete expedientes que se llaman “Actividades de Artigas antes de 1810” y hablan de contrabando.
-¿Son oficiales?- replicó.
- ¡Claro! Comisión oficial del Museo de Artigas.
Y me responde:
- ¿Alguna vez lo procesaron a Artigas?
-¡Ja, andá a agarralo¡¿Quién le pone la mano encima?
- Ah! Entonces, si no lo procesaron eso no tiene ningún valor.
Creo que ese fue el momento más crítico que tuve, enseñando en dictadura. Pero aprendí a manejarme.
MB
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