domingo, 21 de julio de 2013

Reportaje a la Profesora Ana Frega. Una visión muy interesante acerca de la investigación de la Historia Regional Rioplatense

Tomado de:  http://www.revistatemalivre.com


A Revista Tema Livre apresenta, a seguir, a entrevista realizada, em Montevidéu, com a historiadora Ana Frega, doutora pela Universidad de Buenos Aires (UBA) e docente e pesquisadora da Universidad de la República (UDELAR), onde é titular e diretora do Departamento de História do Uruguai. Na conversa, Ana Frega falou sobre a construção do mito de Artigas como o maior herói nacional do Uruguai e da utilização política do personagem. Outros assuntos foram abordados, como, por exemplo, a participação da historiadora no trabalho arqueológico das ruínas do quartel de Purificação e, ainda, questões concernentes à história do Uruguai analisadas em sua tese de doutorado (Publicada, em 2007, pela Ediciones de la Banda Oriental com o título "Pueblos y soberania en la Revolución Artiguistas"). 

RTL - Gostaria de perguntar-lhe como foi a criação do mito do herói Artigas nesta historiografia nacionalista uruguaia e, também, como deu-se a utilização política deste personagem durante a ditadura militar uruguaia?

Ana Frega - José Artigas es una figura particular en cuanto a construcción de un héroe. A diferencia de otras historiografías, donde se tira a bajo una estatua y se levanta otra, el caso de Artigas no fue así.

A fines del siglo XIX, logran abrirse paso una recuperación de la figura del personaje, sobretodo en la necesidad de afirmar el Uruguay y su identidad separado de Brasil y de Argentina. Allí, la recuperación del personaje va sufriendo un camino, que el primero es quitarle toda la carga de anarquista, bárbaro, caudillo que manipula multitudes ignorantes...

El proceso fue un poco lento, porque era difícil recuperar una figura que no solamente se le daba esos atributos propios de otros caudillos, sino que, además, había, efectivamente, llevado delante un proyecto de transformación social.

Pero, es importante decir que, primero, se recupera la figura de Lavalleja y del inicio de la guerra frente a Brasil, en 1825. Ya a fines del siglo XIX, se recupera Artigas, él como héroe militar y como héroe cívico. Hay una representación simbólica de eso que es un cuadro de Juan Manuel Blanes, que es Artigas en la puerta de la ciudadela, donde él está con un uniforme militar completo, con los brazos cruzados, figura adusta, una imagen realmente inventada de un Artigas que no llegó a las portas de Montevideo cuando estaba siendo el jefe de los orientales de la Provincia Oriental en 1815. Entonces, lo recuperan como héroe militar y como héroe civil.

Eso avanza ya en el siglo XX. Hay una serie de obras como que cubriendo con esa leyenda negra del personaje. Entre 1955 y los primeros años del 60, cuando Uruguay entra en crisis, justamente por el pasaje entre una agropecuaria estancada, incluso tecnológicamente, en lo que tiene que ver con el sistema de tenencia de la tierra, en el marco que se esta revisando la estructura agraria del país, se levanta otro aspecto de José Artigas, que no había sido suficientemente trabajado hasta este momento, que es la figura de la revolución agraria.

Así, el equipo de historiadores marxistas, Lucía Sala, Julio Rodrigues y Nelson de la Torre hacen una investigación donde a partir de expedientes judiciales reconstruyen la aplicación del reglamento de tierras artiguista, que, prácticamente, no se había aplicado, porque el reglamento es de septiembre de 1815, y la invasión portuguesa es once meses después, en agosto del año 16. Entonces, se decía, bueno, en ese escaso lapso es imposible se aplicar el reglamento. Lo que estos historiadores demuestran es que, en realidad, la gente ocupó las tierras y el reglamento vino como a ratificar determinadas situaciones y se descubre la figura de un héroe social.

Otra corriente historiográfica, también de fines de la década de 1950, es el revisionismo histórico, que trata de recuperar la patria grande y la idea de Latinoamérica. Así, se empieza a tomar fuerza la figura de un Artigas federal, que buscaba un espacio que era mayor al de lo que era el Uruguay.

Entonces, lo que se plantea no es la sustitución del héroe, sino incorporar a ese personaje que tenía el atributo de jefe militar y el atributo de jefe republicano, en héroe americanista. Así, la figura de Artigas se va ensanchando en lo que tiene que ver con el espectro ideológico que lo sustente.

La dictadura militar retoma otra faceta del personaje, donde yo diría que se vuelve a la raíz de la hispanidad, a la raíz de la orientalidad, y se trata de quitarle la faceta social. Por ejemplo, en 1978, un periódico diario, "El País", que sigue saliendo hasta el día otro, en ese momento apoyaba la dictadura civil-militar, y recuerdo que publican, para horrorizar a los habitantes del Uruguay, lo que habría sido un afiche de una supuesta reunión en que los uruguayos exilados en Venecia habrían hecho un Artigas con barba. Es la idea de como están, digamos así, tergiversando a este héroe cívico, republicano, que no tiene nada que ver con lo que esas ideologías foráneas, de izquierda, ese enemigo interior está haciendo.

No hay que olvidar, tampoco, que la coalición de izquierda Frente Amplio, que surge en febrero de 1971, toma como su emblema la bandera de Ortogués, la bandera que flamea en Montevideo en 1815, cuando entran las tropas artiguistas a la ciudad. Entonces, desde la dictadura, se considera que esas son las tergiversaciones del personaje.

Hay la recuperación del contenido más conservador de la historiografía uruguaya y, en ese marco, incluso, se va a inaugurar, el 19 junio de 1977, el mausoleo Artigas. Allí hay una intención de apropiarse del personaje. Uno de los grupos militares que apoyo más el terrorismo de Estado, la desaparición y todo más, es el grupo de los tenientes de Artigas.

Así, desde la ultra-derecha hay también una utilización del personaje. La dictadura intentó romper con esa figura del héroe social, que era la que se había ido afirmando en los años 60 en el Uruguay. Cuando termina la dictadura militar, reaparecen esas otras interpretaciones, pero no quiere decir que desaparezca la interpretación conservadora del personaje.



RTL - Fale-nos sobre sua tese de doutorado, publicada, em 2007, pela Ediciones de la Banda Oriental, sob o título "Pueblos y soberania en la Revolución Artiguista"?

Ana Frega - Bueno, el planteo del tema y el enfoque escogido, trabajar sobre el artiguismo es, realmente, algo muy vasto. Hay que seleccionar algún tipo de recorte que hiciera factible la realización de la tese. Allí, me pareció relevante tomar lo que había sido el postulado diferenciador del artiguismo dentro de la revolución del Río de la Plata, que es la lucha por el reconocimiento de la soberanía de los pueblos, o sea, de los pueblos en plural. Ahora, ¿desde que perspectiva hacer una análisis de la soberanía de los pueblos?

Había muchos trabajos en Uruguay respecto a las raíces ideológicas, si esto era una influencia española, de la teoría de los fueros, o si esto tenía que ver con la revolución norteamericana, pero a mí me parecía que cuando se produce el inicio de la revolución, lo que menos se sabe es cual va ser el resultado. Entonces, no podía quedarme en un análisis meramente ideológico de la cuestión y el modelo de investigación de la tesis cuelga en tres niveles espaciales.

La soberanía particular de los pueblos que, en primer resultado, es la formación de la Provincia Oriental con territorios que antes pertenecían a la intendencia de Buenos Aires, o a la Gobernación de Misiones, o a la Gobernación de Montevideo, en el marco de una disputa secular de fronteras con Brasil. Entonces, allí, la provincia oriental era uno de los niveles espaciales del análisis.

Ahora, esa soberanía particular no tenía por objetivo la formación de un estado independiente, sino que el lema artiguista era libertad y unión, o sea, libertad para constituirse como provincia y unión con las demás. Así, otro nivel espacial tenía que ser el conjunto de las provincias del Río de la Plata.

La interpretación de soberanía particular, por otro lado, yo diría que difería según la jerarquía de los pueblos que lo planteaba. Me parecía que debía tomar una región que fuera, digamos, un pilar constitutivo de esa provincia que se iba crear, porque nunca aspiraba a constituirse como provincia separada, sino que aceptaban el gobierno central, pero que reclamaban la autonomía o que tenía en el interior de esa región disputas de soberanía en una escala más pequeña que no tenían que ver con la formación de una provincia. Por eso, escogí Soriano. Era una región que se había poblado antes que Montevideo, su origen había sido una reducción indígena, se había expandido y generado poblaciones que disputaban a la cabecera la situación de privilegio, habían extendido su jurisdicción, a una pesar de que las disposiciones hacia del virreinato de los gobiernos artiguistas o del gobierno portugués.

Un otro punto importante tenía que ver con la consideración de los procesos históricos como resultado de las alianzas y la correlación de fuerzas de grupos sociales que no me juego por ninguna definición especifica. Cada una de ellas se definieron de acuerdo con un criterio concreto y como se van tejiendo en función de dos o tres objetivos y como van variando a lo largo de lo tiempo.

Lo que tiene que ver con el marco cronológico, fue siguiendo el centro de la investigación en la Revolución, o sea, del diez al veinte. Tenía que comenzar un poco antes para saber la situación anterior y que prolongarme un poco más para saber lo que había quedado de ese proceso revolucionario. Por eso, nos estamos planteando un lapso que va más allá del 1810 y del 1820, ese cuanto al, digamos, planteo general.

Lo que tiene que ver con las conclusiones, bueno, allí podemos ver esta dinámica de confrontaciones locales por la supremacía, pudimos ver la etapa radical de la revolución, cuando estos sectores no privilegiados de la sociedad encuentran un espacio para la satisfacción de algunas de sus necesidades a través de un cierto igualitarismo, que no es tan absoluto como versiones, de repente, no históricas, sino más bien de grupos de izquierda reivindican... Entonces, ver esa dinámica de la soberanía como un elemento que se va a prolongar aún después de la derrota del artiguismo.

También se puede ver, por ejemplo, los motivos de los grupos dirigentes y económicamente dominantes de Montevideo, durante la revolución, realizaren la alianza con Artigas. El artigüismo consolida una unidad provincial que antes no existía como tal, entonces, hasta ahí, es donde iba la alianza, pero el resto del proyecto artiguista, que se va construyendo en la lucha, y que tenía que ver con, por ejemplo, el tema de la tierra, que es clave en esto, bueno, ahí no van acompañar al artiguismo. Las alianzas se van tejiendo en función de coyunturas, a veces, particulares. En 1815, cuando se teme una invasión española al río de la Plata, todos van a apoyar Artigas, porque lo que él está garantizando es una convocatoria militar que sería imprescindible para controlar una posible expedición de España. Pero, cuando se descubre que esa expedición española no viene, bueno, se abren otros espacios para concertar alianzas que garanticen el mantenimiento del orden social y colonial: Que sigan siendo los más privilegiados, más privilegiados, y los más infelices, más infelices, para tomar el artículo sexto del reglamento de tierras, que decía que en los repartos los más infelices debían ser los más privilegiados. Bueno, pero había algunos que no consideraban eso, todavía que consideraban que los más privilegiados debían ser más privilegiados y que los más infelices deberían ser más infelices.



RTL - Quais foram os principais arquivos e fontes que a Sra. trabalhou para a realização de sua pesquisa? Igualmente, quais foram as maiores dificuldades enfrentadas no decurso de sua investigação?

Ana Frega - El trabajar con una región particular me permitió incorporar algunas hipótesis que, de otra manera, había sido imposible, como, por ejemplo, las vinculaciones familiares y las relaciones de dependencia personal, porque trabajando con la región de Soriano, yo podía consultar archivos parroquiales, reconstruir las tramas, o por lo menos parcialmente algunas de las tramas de quiénes vivieron, lucharon y no murieron en el período de la revolución. Ya hacer todo eso para el conjunto del territorio oriental, en fin, ¡ahí sigue la tesis tampoco la terminaba! ¡Era imposible!

Ahora, para hacer eso, hay dificultades, como las ocasionadas por la guerra. En los archivos parroquiales, por ejemplo, encontré que el cura de Soriano dijo que le han llevado los libros de la parroquia. Los libros, se los llevaran, y, digamos, después los volvieron, en ese lapso, entre ese llevaran los libros y, después, que los vuelven, no hay libros. Entonces, de repente, yo encuentro una hoja suelta de bautismos por un lado, otra hoja por allí, pero se pierde la continuidad del libro de matrimonio, del libro de bautismos, del libro de funciones... Entre 1811, que se produce la retirada de las familias del territorio oriental, y 1819, que ya está instalado el gobierno portugués, incluso con cuarteles en Soriano y en Mercedes, no hay libros parroquiales. Sólo que ahí, por una ocasión de la guerra, desapareció una documentación que sería vital para el tipo de estudio que nosotros hacemos.

Otro obstáculo para la documentación son las disputas políticas entre Mercedes y Soriano, que serian los centros principales de la región y que disputan su control. Cuando se plantea la confección de padrones y de censos, cuando uno empiezan a analizar los datos, lo que se ve es que esos padrones están influenciados, porque Mercedes quiere aparecer con más populación y, ahí, lograr, tener un Cabildo, o que el Cabildo de Soriano no quiere que la Capilla Nueva de Mercedes tenga un Cabildo.

Para el período de la Cisplatina, el gobierno portugués elimina el Cabildo de Soriano, pues Soriano es conquistada militarmente. Así, se nombra un Alcalde en Soriano y un en Mercedes y se iguala las dos poblaciones. Pero, cuando se da la independencia brasileña, y allí las autoridades nuevas, ya no más lusitanas, sino brasileñas, tienen que volver a negociar la aceptación del conjunto del territorio al Imperio, ahí Soriano dice, bueno, queremos tener el Cabildo otra vez y a tener la prerrogativa de nombrar los Alcaldes de las poblaciones menores. En ese marco, se pide que se haya un relevamiento de los hacendados, sus haciendas, pobladores...

Ahora, ese relevamiento, por lo menos es lo que sospecho, esto es una conjetura, no lo puedo probar con nada, que a los notables de Santo Domingo Soriano no les convenía hacer ese relevamiento, porque lo que iba quedar en evidencia es que Capilla Nueva de Mercedes tenía más población, mayor giro comercial, mayor cuantidad de estoque ganadero que Soriano. Por su propia ubicación, Mercedes se instala en el paso del río Negro, por lo cual, un esquema que estructura el territorio en función de Montevideo, tiene mucho mayor peso Mercedes, porque es la ruta que comunica el sur con el norte. Por otro lado, Soriano está más volcada a una vinculación con Buenos Aires, que ya, prácticamente, no funciona. Entonces, ese revelamiento no lo tenemos y esa es una dificultad. Yo digo que entrar, reconstruir a partir de inferencia que siempre tiene ese peligro, de que son inferencias que uno hace con fuentes que no pertenecen estrictamente al periodo en que se está trabajando.



RTL - A Sra. também desenvolveu trabalho arqueológico nas ruínas do quartel de Purificação. Conte-nos esta experiência.

Ana Frega - Es una experiencia muy renovadora y muy enriquecedora en el sentido que no había tradición, hasta este momento, de encarar una investigación conjunta arqueólogos e historiadores. Ahora, también, era un trabajo muy complexo, porque Purificación tubo una vida muy efímera. Purificación va a ser abandonada por Artigas, por el ejercito que allí estaba y por la población civil en la perspectiva del ingreso de las tropas del Mariscal Curado en la villa. Entonces, estábamos pensando en el segundo semestre del año quince al primer semestre del año dieciocho, y con el fracaso de las convocatorias a poblar Purificación, pues, obviamente, fracasa por el hecho de que el reglamento de tierras se está permitiendo ocupar áreas que están más vinculadas a los mercados... El crecimiento de Purificación como población, como villa, estuvo más bien cuartado por la propia circunstancia de la guerra.

Trabajamos, por un lado, tratando de ver cual fue la evolución del predio, el origen de la estancia, antes y después de que fuera Purificación. Buscamos planos topográficos que pudieran dar los indicios de poblaciones para que los arqueólogos pudieran trabajar con mayor certeza. Después, se aparecían, por ejemplo, restos arqueológicos de material bélico, tratar de examinar cual eran el origen, aportando la documentación acerca de la fabrica de armamentos que allá hubiera. Lo mismo fue con lo que tiene que ver con las embarcaciones, se aparecían restos, vamos ver a la documentación de la navegación allí.

Bueno, el resultado de la investigación fue delimitar un espacio mayor de lo que se decía habitualmente, basados, según una descripción, digamos, sin mayores fundamentos, y trazar un perímetro que comprendieran las baterías de defensa, el cuarto y el campamento. Agrego que, después, ese predio fue un saladero, con más de 900 operarios, después fue un predio agrícola, y el tipo de restos que nosotros estábamos buscando eran los del cuartel. Entonces, era bastante complejo. Lo que si hallaron fueron lo que sería el casco de la estancia, la evidencia arqueológica de episodios constructivos anteriores y lo que las fuentes nos están diciendo que serían más el polvorín que el lugar de la villa. Por ahora, ¿Qué lo que habría que hacer? Bueno, continuar a la investigación, pero esto está en área privads y requiere justamente el acuerdo con el propietario del campo para seguir investigando.



RTL - Para finalizar, duas perguntas. A primeira, como a Sra. vê o intercâmbio acadêmico entre Brasil e Uruguai? A segunda é que nos próximos anos completar-se-ão dois séculos de uma série de importantes adventos para os países do Prata, como o Cabildo Abierto, que ocorreu em Montevidéu, em 1808, e a Revolução de Maio, que ocorreu em Buenos Aires, em 1810, e teve uma série de desdobramentos no território oriental. Igualmente, 2011, é o bicentenário do posicionamento de Artigas ao lado do movimento portenho. Enfim, há, e se houver, como estão os preparativos destas efemérides aqui no Uruguai?

Ana Frega - Bueno, primero, nosotros formamos parte de un grupo de investigadores de Brasil, Argentina y Uruguay, es decir, desde nuestra perspectiva estos temas deben ser estudiados sin la división de los límites políticos actuales, porque es una historia que se hace en conjunto y que esta incluyendo una región.

Por lo tanto, esos intercambios, los venimos realizando desde hace mucho tiempo, porque no es posible pensar el espacio rioplatense sin incorporar Rio Grande do Sul, como mínimo, dentro del proceso y, a su vez, la consideración de Portugal, con el Brasil, llegando hasta Rio de Janeiro.

Hay también cuestiones más puntuales, como, por ejemplo, en 1817, cuando los portugueses están peleando en la Banda Oriental y hay la noticia del levantamiento republicano y liberal en Brasil. Eso es una noticia que acá se celebra, porque puede dar lugar que las tropas deban ir a Brasil, entonces, es realmente una historia que está relacionada. Desde esta perspectiva es que trabajamos, en mi caso particular, fundamentalmente, con colegas de la Universidad Federal do Rio Grande do Sul (UFGRS) y de Santa Maria (UFSM) y, evidentemente, de universidades de Argentina.

Sobre la otra cuestión, la de las celebraciones, en Uruguay, este tema es bastante complicado. El año 1910, acá, se celebró Buenos Aires, pero desde una perspectiva nacionalista tenía que ser otra fecha la del Uruguay. Entonces, es cierto, en 1911, se inaugura un monumento al Altar De Las Piedras y se da, como un nuevo impulso, a un monumento de Artigas en la Plaza de Independencia, que es ese que está ahora.

Pero como que era muy difícil ubicar la cuestión de la independencia en la década de diez y la cuestión de la independencia, se discutió si era 1825 o 1830, y colocándose la celebración del centenario en el 1925 o el 1930, olvidándose 1828, fecha que no se podía levantar, de ninguna manera, por diversas razones. Una de ellas era el hecho de que la independencia del estado oriental había sido declarada por el Emperador de Brasil y que las Provincias Unidas habían concordado en declararla. Realmente, no era la mejor fecha para conmemorarse. El año 28 ha quedado relegado y quienes lo levantan no lo hacen por el 4 de octubre, que sería la fecha de la ratificación de la convención, sino en diciembre, por la instalación de una Asamblea General Constituyente Legislativa, o sea, eso es tomar como acto de inicio de la vida independiente un acto propio y no algo envolviendo los gobiernos de Brasil y de las Províncias Unidas. Entonces, la discusión sobre el centenario fue una discusión bastante prolongada, cuando el primer centenario.

En este momento, parecería que se sigue pensando en el bicentenario para el 2030 o para el 2025, desde la perspectiva en que nosotros pensamos que los centenarios deberían recuperar el período de diez, o sea, debería haberse este proceso en el marco general de la Revolución del Río de la Plata. Entonces, es cierto, el año de 2008 es el bicentenario de la Junta de Montevideo, pero no era revolucionario el cabildo de Montevideo, y eso se va celebrar como la primera junta de América. Ahora, como si ve la independencia y si va a celebrar el bicentenario de la independencia en el marco de estos bicentenarios, o si se va aguardar a la década siguiente, es una discusión que desde la academia tenemos que dar.

Desde la política hay un proyecto de tomar 1813. Pero, si tu me preguntas cual sería la fecha más correcta, yo proponía la fecha de diez, porque aquí hay un intento de sumarse a la Revolución de Mayo, lo que ocurre es que la correlación le fue desfavorable. Ahora, en las conmemoraciones, la influencia de la política es muy fuerte, porque ellas no son una cuestión histórica, sino de la memoria y la memoria y la política están mucho más ligadas que la historia.

Entonces, yo no sé si en esta situación que nosotros estamos viviendo ahora, en 2010 sea una fecha donde se incorpore también el Uruguay a la celebración, o si se incorporará en el 2011, pensando en la insurrección que se produce en el 28 de febrero. Pero digo que lo cierto es que en 1810, en Montevideo, y en los lugares de la campaña que dependían de Buenos Aires, hubo pronunciamientos a favor de la revolución. Que motivos políticos posteriores impidan su consideración, bueno, lo mismo que respecto al año 28, que, por motivos políticos, se impidan que sea la fecha de formación de una unidad política independiente, no quiere decir que la historia tenga que, digamos, tergiversar, pero es un tema complejo porque no es sólo un tema historiográfico es un tema político.

 

La enseñanza de la historia durante la dictadura, según Carlos Demasi

Reportaje tomado de la página de la Liccom, UdelaR

ARTIGAS PARA ARMAR

En enero de 1973 se promulgó la ley 14.101 que creaba el Consejo Nacional de Educación (CONAE). Impulsada por el entonces presidente Juan María Bordaberry y su ministro de Educación y Cultura Julio María Sanguinetti, esta ley creó un nuevo ente autónomo que tomaría la tutela de los organismos de primaria, secundaria y UTU, consagrando la doctrina de seguridad nacional en el ámbito educativo. El CONAE dirigió la educación uruguaya hasta marzo de 1985.
Para conocer cómo se mostraba la figura de Artigas en las aulas durante ese período, Sala de Redacción dialogó con el profesor Carlos Demasi, Licenciado en Ciencias Históricas, Magister en Ciencias Humanas y Profesor de Historia por el Instituto de Profesores “Artigas”.
¿Cuál fue la visión de Artigas que se brindó desde la educación  en la dictadura?
Artigas era un material bastante indócil para la dictadura. La aspiración del CONAE era presentar un Artigas de perfil principalmente militar; tiene un pasado militar en la época colonial, para pasar a ser un militar líder de la revolución. “Su ejército es su pueblo”, es una expresión muy de época, “pueblo y gobierno”, se quería impartir una imagen de civiles y militares trabajando juntos.  Sobre todo en el éxodo, todo el pueblo siguiendo a Artigas, un militar que acaudilló 15 mil personas. Para los uruguayos Artigas es medio idiosincrático todos tenemos una idea de Artigas, pueden convivir aspectos contradictorios sin conflicto. Por eso la imagen de un Artigas solo militar o solo dirigente no pegaba mucho.
¿Qué dificultades  encontraba  un profesor de Historia al tratar las ideas más revolucionarias de Artigas?
Esa imagen de Artigas muy asimilada al Che Guevara, digamos que circulaba mucho en la sociedad antes del Golpe de Estado, lo encontrabas en el suplemento infantil de “El Día” lo encontrabas en el Escolar del diario “El País”. Ese Artigas radical estaba en todas las cabezas, los alumnos lo escuchaban en la casa, entonces no necesitabas explicarlo. Lo interesante de la enseñanza es que muchas veces no tenés necesidad de hacer explícito el mensaje que estas mandando, alcanza con evocarlo apenas o referenciarlo de alguna forma. Dando clase en la época de la dictadura nos dimos cuenta que podías tener el inspector enfrente, dar una clase enteramente radical y el tipo lo veía como una clase normal; o por el contrario, la clase más banal y el tipo te advertía: mirá cómo vas a decir eso.
¿Cuáles fueron los cambios a nivel educativo con la apertura democrática en torno al prócer? ¿Hasta cuando se impartió esa visión del CONAE en democracia?
Algunos siguen hasta ahora, hay muchos Artigas en los salones de clase, no hay uno solo. En la apertura se volvió al Artigas de 1970.  Pero el contexto era diferente, en ese momento el documento central del ideario artiguista era el reglamento de tierras, que definía al prócer revolucionario que quería una reforma agraria, era un poco los proyectos de la izquierda de los 70′. Hablando de una Liga Federal decías que Artigas no quería un Uruguay independiente, sino un sistema de provincias con cierta autonomía… Eso sonaba muy revolucionario por esos años. En 1985 el documento central eran las Instrucciones del año XIII, era el fundamento de la democracia recuperada. O sea, se creó un artigas anti militar y las Instrucciones dan un poco el pie para eso: se habla del poder civil, “… el despotismo militar será expresamente aniquilado…”, etc. En los noventas el documento que circula más es el reglamento de aduanas que firmo Artigas al día siguiente de firmar el reglamento de tierras, el mismo establecía el libre comercio entre las provincias de la región, se veía allí una especie del núcleo del Mercosur. La lectura del pensamiento artiguista va en línea con las necesidades del momento.
¿Cómo se hacía para erigir un héroe cuando era traicionado constantemente y mitificar sus derrotas como lo fue el Éxodo?
La historia de las traiciones que sufrió contribuyó a crear el héroe nacional. El que creó el paradigma del relato artiguista fue Zorrilla y lo comparó con Jesús. Hace la explicación explicita, dice: el éxodo fue el domingo de ramos y el exilio en Paraguay la crucifixión. La gente de confianza que lo traiciona refuerza ese paradigma también, o sea lo traicionó algún Judas. La historia mira el pasado con los ojos de Artigas, es casi como una autobiografía. El relato del comienzo de la revolución, que empieza de varios lados a la vez medio inorgánicamente, un poco espontáneamente, se copia del relato que le  hace Artigas a la Junta del Paraguay, “la admirable alarma” y todo ese tipo de expresiones, son las que usa Artigas para ganarse la simpatía con un interés político claro, quiere que Paraguay lo ayude para luchar contra Portugal. No está haciendo historia pero para los historiadores eso ha quedado como el relato verídico de cómo se procesaron los hechos. En esos términos lo que dice Artigas es la regla de verdad y sus textos, mandamientos, ahí no hay sentido crítico.
¿Qué clase de tensiones se tenían al momento de hablar de estos temas tan delicados con los alumnos?
Hubo inspectores de toda calaña pero tuvimos la suerte de que todos eran profesores de Historia y además buenos profesores de Historia. El aspecto técnico era el que primaba, cómo das la clase, que referencias usás. Siempre y cuando no dijeras alguna locura, si dabas una clase técnicamente bien la podías defender. El problema estaba cuando querías meter las razones sociales y económicas en la explicación, el tema de la revolución era mejor subordinarlo al pueblo tras el héroe, sin gauchos, injusticias sociales, malvivientes etc. El punto más crítico en aquella época era que la enseñanza de la historia nacional no era monopolio de la clase de historia, había más espacios en donde se enseñaba historia, por ejemplo en los actos donde se decía un discursete que muchas veces venia de arriba. En las clases de Educación Moral y Cívica tenían que tomar los héroes nacionales como paradigma, acordar con el profesor de moral y cívica qué Artigas íbamos a dar …  a veces era muy difícil.
¿Cómo se las arreglaban para tratar frases tan democráticas como “mi autoridad emana de vosotros…”?
No podías obviarla, podías esquivar “los más infelices serán los más privilegiados” por ejemplo. ¡Tenías que darla! Pero en la situación de clase vos comentabas el documento artiguista y rogabas que ningún alumno se le ocurriera preguntar “profe… ¿y  ahora como es la cosa?”. Los gurises además entendían las reglas del juego, se quedaban en el molde sacaban apuntes y después te lo ponían en el escrito, todo bien.  Ahora, una situación de lo más perversa desde el punto de vista educativo, porque vos, si no los provocas un poco… Digamos que no tenés una idea si están aprendiendo o no, tampoco le generas cierto perfil crítico. En el espacio de la clase ese tema quedaba excluido de la referencia explícita. A lo largo de la actividad de todo un año lectivo, vos vas construyendo con los alumnos mecanismos de comunicación que no son visibles y que se refieren a explicaciones ya dadas, preguntas del año, anécdotas, que a veces vos das sólo con un gesto. Hablando con ellos fuera de la clase te dabas cuenta que había un comportamiento paralelo. Cosa que se hizo evidente cuando se inicia la apertura y empezabas a ver alumnos totalmente disciplinados, que eran una maravilla, salían afuera y los metían presos volanteando por el “NO” y cosas así.
Los aspectos institucionales en cambio eran un poco complicados, vos mirabas los documentos y decías… bueno, qué decisiones o que resoluciones toma Artigas, entonces tenés “Mi autoridad emana de vosotros” no la digas mucho en la dictadura, las Instrucciones del año XIII hablá en general, la que dice “el despotismo militar” más vale no la menciones.
¿Cómo se conciliaba la idea de “Padre de la Patria” con un Artigas que rechazo los ofrecimientos de independencia nacional?
Hay toda una movida de historiadores argentinos -en ese sentido Pacho O’Donnel es muy emblemático-: acusan al Uruguay de construir un Artigas nacionalista pero construyen otro igual de nacionalista pero a la inversa. Esto es un elemento que nosotros manejamos normalmente: dos veces explícitamente Artigas niega la independencia de Uruguay. En 1815 Buenos Aires le ofrece la independencia y se pone furioso. Hay que tener en cuenta que la actuación de Artigas transcurre en 10 años y aunque demuestra convicciones muy firmes, esos 10  años son un tiempo breve y lo ven cambiar, gradualmente se puede ver un cierto desencanto en Artigas. O sea, va reduciendo sus pretensiones en la medida que observa que Buenos Aires es incontrolable. Por eso podemos decir que los historiadores argentinos pasan por alto que Artigas en las Instrucciones explícitamente sentencia que la capital debe estar fuera de Buenos Aires, hoy miras a Argentina y no tiene nada que ver con lo que Artigas propuso, o sea, si querés ser artiguista empezá cambiando la Argentina.
Mateo Butin
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LOS CATONES DE LA DICTADURA
Recuerdo a un profesor de Moral y Cívica que me increpó directamente, allá por el año 76 o 77:
-¿Cómo es eso que usted le dice a sus alumnos que Artigas era contrabandista? Eduardo Acevedo había dicho que los que expresaban eso eran malos Orientales!.
Que te digan eso en 1977 era de cuidado. Mi único argumento fue decirle:
- Mirá, Acevedo escribió eso en 1910; se han publicado otras cosas…
- ¿Qué cosa se ha publicado?- me insistía.
Yo me sabía la respuesta de memoria.
- Hay como seis o siete expedientes que se llaman “Actividades de Artigas antes de 1810” y hablan de contrabando.
-¿Son oficiales?- replicó.
- ¡Claro! Comisión oficial del Museo de Artigas.
Y me responde:
- ¿Alguna vez lo procesaron a Artigas?
-¡Ja, andá a agarralo¡¿Quién le pone la mano encima?
- Ah! Entonces, si no lo procesaron eso no tiene ningún valor.
Creo que ese fue el momento más crítico que tuve, enseñando en dictadura. Pero aprendí a manejarme.
MB

Guillermo Vázquez Franco. Una visión siempre polémica pero que es necesario conocer.

El Historiador respondió a "Las 40" de Montevideo.com. 

Recogemos material de la página http://www.montevideo.com.uy

Esperamos que pueda ser de utilidad.



1) ¿Por qué cree que causa tanto revuelo en nuestro país lo que dijo la presidente argentina sobre Artigas?
Causó revuelo porque es como si a un ferviente creyente le hubieran tocado a Alá, a Mahoma o a Cristo. Acá tocaron a Artigas, que es una religión de los uruguayos. Y una cosa tan sensata como dijo esta señora provoca las reacciones airadas. En lo que discrepo, en lo que no estuvo correcta, es en que dijo "Artigas quiso ser argentino". ¡Artigas fue argentino! Y muere argentino.


"Perdimos la guerra con Brasil en la mesa de negociaciones, después de haber ganado todas las batallas relevantes"
2) Bordaberry, en su Twitter, escribió que Artigas no quería ser argentino, sino que quería Provincias Unidas. ¿Hay diferencia entre uno y otro concepto, más allá del nombre?
Es un aspecto semántico. La palabra "argentina" es usada ya en el siglo XVI por (Martín del) Barco Centenera en un poema, pero no lo hace en el sentido político. No está probado, pero Provincias Unidas del Río de la Plata fue una designación política federal, mientras que Argentina fue una designación política unitaria. Rivadavia manda hacer una constitución en el año 1826, donde se crea la presidencia de la República Argentina. Esa constitución fue apoyada, compartida y asumida por la asamblea representativa oriental.
3) Aun después de las leyes de agosto de 1825.
No, gracias a las leyes de 1825, que son absolutamente unionistas. Acá tomaron justamente la fecha más contraria para celebrar la independencia. Todo lo contrario. El 25 de agosto (de 1825) lo que se inicia es el último período de reunificación nacional, que corre entre esa fecha y 1828, cuando viene la amputación de la provincia (oriental) por la Convención Preliminar de Paz. El 25 de agosto se aprueba la ley que reclama para esta provincia su condición de argentina, y dos meses después, el 25 de octubre, el Congreso Federal Constituyente reunido en Buenos Aires ratificó la reunificación, aceptando o confirmando la reunificación de la Provincia Oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata "a las que siempre ha pertenecido y por derecho quiere pertenecer". Eso es lo que dice la ley del 25 de octubre (de 1825). Lavalleja comunica por bando, como se comunicaban las cosas en aquella época, que ha sido reincorporada la provincia a "la gran nación argentina". Lo dice eufórico.
4) ¿Cuándo se empieza a hablar de "uruguayos"?
Seguramente no antes de la guerra del Paraguay. Fíjese que el himno no cita a los uruguayos sino a los orientales. Los uruguayos no existen. En tren de tener que hacer un anclaje, porque la historia tiene que tenerlos, ubico a los uruguayos a partir de 1880. El concurso del cual sale "La leyenda patria" es de 1879. A partir de ahí comienza a ganar terreno el gentilicio "uruguayos" a retirarse paulatinamente el "orientales". Hasta que ahora quedamos muy pocos orientales.
5) Usted dice que entre 1825 y 1828, en los edificios públicos de este lado del río, flameaba la bandera argentina.
Porque era lo lógico. Se sancionan tres leyes (el 25 de agosto): la ley de Reunificación, la ley de Independencia y la ley de Bandera. Esta ley es la menos política y la más simbólica. Por ella flameó legítimamente y legalmente la bandera argentina en los edificios públicos de la provincia.
6) ¿La misma bandera argentina que conocemos hoy?
La misma... la misma, la bandera de Belgrano, que asume los colores de los Borbones: Carlos IV, en el famoso cuadro de Goya, tiene una banda blanca y celeste. Y el sol, que lo aplica Belgrano, es un homenaje a los incas. Belgrano coqueteaba con los incas, en dos oportunidades sugirió constituir una monarquía con un inca al trono. Buscaba agenciarse la fortísima influencia de la población altoperuana, que era muy importante. Y los uruguayos luego no adoptan la bandera de Artigas, la rechazan y se queda Entre Ríos con ella.
7) Aquí predominaba el sentimiento unitario, contra el federalismo de Artigas.
Exactamente. El Obelisco que remata 18 de Julio es un obelisco a los unitarios.


"Alvear debió ser fusilado por la espalda, porque fue un traidor"
8) Usted ha dicho que en los orientales se dividían entre unitarios -la mayoría- y federales, pero lo que no había a esa altura era independentistas.
Exactamente, había abrasilerados también, los que habían probado la plata dulce que les había ofrecido Lecor. Hubo mucho coimero. Uno de los mayores traidores, un insigne traidor, Pedro Trápani, le comunica a Lavalleja -y eso está en el archivo de Lavalleja, lo saqué de ahí- que Lecor recibió una partida de 300.000 patacones para atender los intereses de algunos orientales. Así nomás. ¡Mire dónde estamos parados! Se lo dice en un agregado al pie de una carta. Trapani era un traidor, y favorecía las soluciones que proponía Ponsomby. Pero esto lo dice Ponsomby además: que el tenía tres informantes importantes, que son Trápani, Manuel Moreno y Manuel José García. Tres grandes coimeros.
9) ¿Hubo un intento posterior de Rosas de volver a anexar a la Provincia Oriental a lo que ya era Argentina?
Anexar no es el verbo, es reunificar. No estoy muy seguro de en qué año fue porque eso está muy callado, nadie habla. Yo lo pesqué y no lo pude rastrear más, no lo he podido confirmar. Habrá sido ya en la presidencia de Oribe, en el 33 o 34. Hasta donde yo sé, Rosas le confió a un hombre de su entera confianza, el coronel Manuel Correa Morales, la ultra secreta misión de auscultar en Oribe una política de reunificación nacional. Y, pobre Oribe, no entendió la importancia que tenía el mensaje y en lugar de asumir la responsabilidad, delegó la propuesta en una comisión que es una manera de darle un entierro de segunda. Y por lo que sé, Rosas no volvió a insistir.
10) ¿Cuál es la cosmovisión que sustenta la historia oficial, esa que usted cuestiona?
Mire, no lo tengo documentado, pero tengo para mí que la historia se cuenta de la forma que se contó porque no tienen otra manera de hacerlo. La otra manera sería reconocer que somos el resultado de una estafa, y ¿quién se anima a decir eso? "Yo vivo en un país que es el resultado de una estafa, y el estafador fue Pedro I de Brasil". Posomby se lleva las cachetadas, pero el emperador de Brasil le saca ventaja.
11) ¿En qué consistió la estafa?
En independizar al país, amputarlo.
12) Con lo cual buscaban, Brasil e Inglaterra, que el Río de la Plata no fuera interior sino internacional, y por lo tanto libremente navegable.
Claro, que estuviera fuera de la órbita argentina. Fue el gran triunfo de Pedro I. Todo el mundo habla de Ponsomby, pero nadie dice que Pedro I sacó una gran tajada. Dicen que Pedro abandonó la Provincia Cisplatina. ¡Pero naturalmente! ¿Qué iba a hacer? La tuvo siete años ahí, prendida con alfileres, que se le escapaba en cualquier momento, bastó que Rivera se le diera vuelta a Lecor para que se le acabara el control sobre ella. No la llegó a controlar nunca. Así que no perdió la provincia, la que perdió la Provincia Oriental fue Argentina. Argentina se auto mutila con la Convención.


"Hay un vilipendio del cadáver de Artigas poniéndolo ahí, en ese lugar en donde lo pusieron"
13) El profesor Washington Reyes Abadie dijo en una entrevista que le hice hace algunos años que "nuestra historia fue escrita para justificar la división de los pueblos del Plata". Es bastante similar a lo que usted dice.
Sí, pero no mucho. Yo digo que está escrita para justificar nuestra derrota. ¿En qué nos derrotaron? En que nos dividieron. Nosotros perdimos la guerra con Brasil después de haber ganado todas las batallas relevantes. Y perdimos la guerra en la mesa de negociaciones. En el libro que estoy por publicar ("Adiós a la patria. La Convención Preliminar de Paz") digo por qué perdimos la guerra. Alvear debió ser fusilado por la espalda, porque fue un traidor.
14) ¿Por qué, si hay cosas tan evidentes como que nuestra independencia no se declaró el 25 de agosto de 1825, no hay una revisión histórica de todo esto?
¿Y quién la va a hacer? Quién con poder, porque yo me animo pero no tengo poder ninguno.
15) ¿Qué pasaría si un gobierno dijera: vamos a revisar los programas de estudio, lo que estamos enseñando a las nuevas generaciones?
Lo primero que pasaría es que Itamaratí se levanta. Ya lo dijeron en su momento, está escrito: el gobierno de Brasil tiene interés en la independencia de la Provincia Oriental.
16) ¿Pero eso se mantendría hoy?
Bueno no, eso no lo dijo hoy, lo dijo en el siglo XIX, en las instrucciones que da el marqués de Abrantes. Brasil tiene intereses, en el libro que voy a publicar digo que Brasil es el dueño de la independencia del Uruguay, lo cual es jurídicamente incorrecto pero da una idea de que todo fue patrocinado por Brasil. Argentina perdió una provincia que era suya, como si hubiera perdido Córdoba o Catamarca. Como si nosotros perdiéramos Cerro Largo o Paysandú. Argentina pierde presencia, gravitación internacional porque se le escapa una provincia que no sería la más rica, no sé, pero seguramente la más estratégica. Porque perdió la provincia que le daba el control del Río de la Plata, el acceso al corazón de América por la vía fluvial del Paraná y el Paraguay.
17) ¿Cuáles son las fuentes en las que usted basa sus tesis? ¿Son diferentes a las de sus colegas?
Los documentos son públicos, yo no ando mucho por los archivos abriendo legajos que nunca se hayan publicado. Leo mucho material del siglo XIX, mi hijo me acercó mucha literatura brasileña, por ejemplo Antonio Díaz, que es alguien que no lee nadie y publicó todos los protocolos de la Convención Preliminar de Paz.


"Yo no daba Historia Nacional en el IPA, no estaba dispuesto a andar galgueando en la parte burocrática y que viniera un inspector a cacarearme"
18) ¿Ha debatido esto con colegas?
No, no lo debaten. Ninguno me dice: "Mirá Vázquez, no es como vos decís". ¿Por qué no es como yo digo? ¿Es que Artigas se expresó que quiso venir y no lo dejaron o guardó silencio? "No, pero Artigas dijo"... ¿dónde lo dijo? Eso lo decís vos, Artigas no dijo nunca que quería venir y se quedó enterrado en Asunción. Por eso ha sido una profanación de tumba sacar a Artigas en el año 55 del cementerio donde estaba enterrado. Ha sido profanada y es profanada su tumba. Hay un vilipendio de cadáver poniéndolo ahí, en ese lugar en donde lo pusieron. En vida, hubo tres ocasiones en que lo invitaron a volver. En una de ellas, no sé si en la última o la penúltima, incluso no abrió el sobre con la invitación. Que se sepa, no hay una manifestación clara de por qué no quiso volver.
19) Usted dice que hay un "establishment" que es el que ha contado la historia, y lo sitúa en un 5% de la población. ¿De qué es representativo ese "establishment", de alguna clase social, de alguna ideología?
No... no me lo planteé así. Son todos uruguayos, eso sí, de eso no le quepa la menor duda... uruguayos, uruguayos, barras bravas del Uruguay. Obcecados, dogmáticos. Pero esto es patrimonio de todos los países, yo recojo una expresión de (Ernest) Renan que dice que todos los países hacen su propia historia. La historia de Canadá hecha por los franceses no parece la misma que la hecha por los ingleses. La historia no es una ciencia, eso es un cuento chino.
20) En los programas educativos de enseñanza primaria y media, ¿no ha habido cambios en todo el siglo veinte?
Ninguno, si hubiera habido cambios habrían echado al que cambió. Cuando hubo un intento de modificar los programas, volviendo más razonable la distribución de las horas de estudio del proceso histórico y Artigas quedaba por lo tanto subsumido en una cosa más racional, el establishment se levantó. Eso fue cuando el presidente era Lacalle, así que ahí tiene la idea de cuándo fue. Y el establishment tiró para atrás ese movimiento que quería poner las cosas en su lugar. Uno de los que planteó los cambios fue Gerardo Giudice, otra una muchacha que falleció, (Carmen) Apratto y algún otro profesor más. Fíjese que siendo yo alumno y luego profesor de secundaria, el ciclo artiguista llevaba el 33 por ciento del programa, de 27 bolillas que tenía el programa de Historia, 9 eran para Artigas, una hipertrofia descomunal. Y a mí me enchufaron a Artigas al derecho y al revés, y yo lo tuve que enchufar también.
21) Fue destituido durante la dictadura, ¿cuál fue el motivo?
Ineptitud.
22) ¿Ineptitud? Pero ¿qué había detrás?
Ineptitud (se ríe). Habría que preguntarle al que puso eso. Lo que le digo es en el documento de la Universidad, en Secundaria no, no hubo argumento.
23) ¿Cómo se define ideológicamente?
No me defino... ¿para qué? No sé, no sabría decirle. No estoy conforme con la visión de la historia que me trasmiten y yo no la quiero trasmitir, y no la trasmito. Porque es falsa. Ahora, ¿dónde estoy ubicado? Ah, yo qué sé.
"'Que los más infelices sean los más privilegiados' es una frase que no deja muy bien parada a la gente. ¿Hay que ser infeliz para que te privilegien? Eso es paternalismo puro"


24) En sus clases en el IPA, ¿exponía su visión de la historia nacional?
No, no, yo no daba Historia Nacional, no estaba dispuesto a andar galgueando en la parte burocrática y que viniera un inspector a cacarearme. Por eso dí Historia Americana en el IPA, y cuando fui profesor de preparatorios -que ahí sí dí Historia Nacional- le planteé al director del instituto donde daba clases que me permitiera dar un programa distinto. Y él me autorizó. Y en ese programa abordé la historia de la moneda, de la ganadería, Gardel, la historia del puerto, y así. 
25) Ya que lo menciona, ¿Gardel nació en Tacuarembó?
No, no... el parto es un accidente y seguramente se produjo en Toulouse, pero era porteño. Lo que pasa es que al verbo no le damos importancia, pero el verbo "ser" es muy importante y él "era" porteño. No dice "yo soy porteño", pero en una entrevista que le hacen dice: "no hablo en francés, yo hablo español", y se corrige y dice: "yo hablo el porteño, y cada cual es lo que habla". Lo de Tacuarembó es una fantasía.
26) En definitiva, y volviendo a Artigas, los uruguayos ¿tenemos que sentirnos orgullosos de él?
Bueno, yo tendría que ser uruguayo para responder esa pregunta.
27) Pero usted es nacido acá.
Sí, soy montevideano, nunca paso de Propios. Artigas es un excelente caudillo, lindo modelo de ese fenómeno que es universal, vamos a entendernos. No vamos a creer que es nuestro: Atila era un caudillo, Moisés era un caudillo. En el género caudillo rural, ecuestre, rústico, Artigas es un lindo modelo.
28) Usted lo ha definido como un ególatra, un déspota... ¿qué más?
Y ¿le parece poco? Lo de déspota no es un adjetivo peyorativo ni nada por el estilo. Lo digo estudiando a un sociólogo alemán, (Karl August) Wittfogel, que estudia el despotismo asiático. Lo estudié con atención y empecé a trasegar. El despotismo es una forma muy primitiva de ejercicio del poder, donde el que lo ejerce lo hace por un consentimiento tácito de un grupo humano, no al margen o fuera de un orden jurídico sino sin la existencia de éste. Fíjese que Artigas, si usted lo analiza, nunca puede cometer ilegalidades, porque no hay una legalidad a la cual referirse. No es el caso de Lavalleja, que está inscripto en un orden jurídico y sí ejerce una dictadura cuando disuelve la asamblea en el año 27. Pero cuando Artigas desconoce al congreso de Capilla Maciel no comete ninguna ilegalidad, pero ejerce un poder despótico. Aquello de "mi autoridad emana de vosotros...", eso es retórica pura.
29) ¿Artigas escribía sus discursos?
Mire, me remito al estudio de Mario Cayota, que es un panegirista de Artigas y tiene un trabajo muy documentado, "Artigas y su derrota. ¿Frustración o desafío?". Allí dice que Artigas era casi analfabeto. Y el juicio de Cayota es muy ponderado y muy adecuado. No tenía cómo no ser analfabeto, la enseñanza que pudo recibir y que recibió fue mínima, de sectores docentes como los franciscanos que eran los peores pedagogos. Y luego desaparece a los 14 años, queda totalmente afuera de un circuito de educación curricular.
30) ¿Usted cree que el Reglamento de Tierras de 1815 no hace honor precisamente a aquello de que "los más infelices sean los más privilegiados"?
Yo digo que es todo retórica. Primero, la expresión "que los más infelices sean los más privilegiados" viene de los reyes católicos y aun desde antes, y no deja muy bien parada a la gente. "Los más infelices van a salvar el examen"... no, el examen lo van a salvar los que estudien más. ¿Hay que ser infeliz para que te privilegien? Eso es paternalismo puro, muy propio de una estructura caudillesca, no da para encandilar a nadie, y ahí no había ningún contenido revolucionario. El reparto de tierras excluía a los esclavos, a las mujeres, solo tienen derecho las viudas pobres y además si tuvieran hijos, es decir que discrimina. Hecho ese descarte, lo que queda tiene derecho. Las concubinas, que era el estado civil común en la campaña, según el texto de esa norma, no tienen derecho a tierras. Tienen derecho "los negros libres y los zambos de esta misma clase", pero los esclavos no.


"Si Lavalleja muere en Ituzaingó, es él quien está en la Plaza Independencia, con muchos más títulos que Artigas"
31) ¿En aquella época, otorgar tierras a los negros libres o a las viudas con hijos, no era un avance con relación a lo que había?
No, porque en la misma época, algunos años antes, Morelos e Hidalgo, en México, proponen literalmente la abolición de la esclavitud, cosa que a Artigas ni por asomo se le ocurrió.
32) Otro mojón importante en la vida pública de Artigas es la batalla de Las Piedras, que el ejército uruguayo considera hito fundacional de su existencia. Sin embargo, usted ha señalado que allí pelearon dos ejércitos españoles, uno de ellos al mando de Artigas.
No sé en qué momento Artigas -lo voy a decir de una manera impropia- deja de ser español. Muy probablemente, durante el éxodo, todavía es español. ¿Qué me hace pensar esto? Durante el éxodo, Artigas hace un relevamiento, un catastro de su población, y ese relevamiento está hecho en papel membretado que dice "Carolus IV Rex Hispanorium de Gratia". Un papel membretado de la monarquía, ahí hace el censo, en 1812.
33) En ese momento, ¿contra quién luchaba Artigas?
No contra el rey, sino contra el mal gobierno.
34) Pero el 25 de mayo de 1810 ya había habido un pronunciamiento independentista en la región.
Belgrano dice: "Lo que menos pensábamos era en la independencia". Lo que precipitó la independencia fueron los sucesos españoles de 1808, la Constitución de Bayona, que nos llevaron a ser independientes. Lo dice Belgrano. Lo que había aquí era una guerra civil, y lo seguirá siendo luego, aun siendo ya Artigas un independentista, lo que queda claro en las Instrucciones del Año XIII. Si Lavalleja muere en (la batalla de) Ituzaingó, convénzase de que es él quien está en la Plaza Independencia, con muchos más títulos que Artigas.
35) ¿Por qué si hubiera muerto en Ituzaingó?
Porque habría sido una muerte oportuna, una muerte heroica, agarrada después por toda esa retórica que tiene Artigas. Muy pocos se mueren oportunamente. Maradona no se murió oportunamente, si se muere aquella vez hoy sería un dios, pero sobrevivió y tuvo tiempo de seguir metiendo la pata. Carlos Gardel sí, murió oportunamente, en el apogeo. Saravia también, una muerte estupenda. Ferreira Aldunate muere a tiempo. Pero son muy pocos, en general la gente se sobrevive y tiene tiempo de meter la pata.
36) ¿Qué otros mitos hay en la historia uruguaya?
Está lleno. En la historia contemporánea no me meto porque me aburre. Me aburre el batllismo. Pero en el siglo pasado hay muchos: la lucha de puertos es un mito, lo de la provincia pradera y frontera, otro mito. ¿Por qué la frontera tuvo que ser nuestra provincia y no Río Grande del Sur? Si lo que se quería era crear una separación territorial entre el imperio y la Argentina, ¿por qué esa separación tenía que ser nuestra provincia y no Río Grande? Podría hasta llamarse igual que nosotros: República Oriental del Uruguay Río Grande del Sur, y ser ellos los que separaban al imperio de la revoltosa Argentina. ¿Por qué tuvo que poner Argentina de su territorio el algodón entre los dos cristales y no lo puso Brasil? Ese es otro mito.


"A Rivera no lo querría de enemigo... ni de amigo tampoco. No era un tipo confiable"
37) Hablamos de Artigas y de Lavalleja, ¿qué me puede decir de Rivera?
(Se ríe) Bueno, a Rivera no lo querría de enemigo... ni de amigo tampoco. No es un tipo confiable... no era un buen tipo. No sabía de lealtades, no dejó nada positivo. Bueno, fundó el Partido Colorado, muy importante en el siglo XX, pero en el siglo XIX el Partido Colorado es de terror. El propio Rivera es de terror. Todos estos caudillos son muy primitivos, por eso cuando pasan del estadio de caudillos al de hombres de Estado son un desastre, no están preparados. Los hispanoamericanos no produjimos elites sabias capaces de conducir, porque no hay masa crítica que las produzca. Y no hay masa crítica porque España colonizó mal, es la que peor colonizó, no preparó a sus colonos.
38) ¿Sigue estudiando?
Sí, sí, ahora porque estoy con usted, si no estaría estudiando. Este libro que entregué ahora para publicar me ha ocupado mucho tiempo y ahora estoy pensando qué más. Hay un tema al que le tengo ganas pero le tengo miedo, porque me va a desbordar, que es el tema del poder. ¿Dónde está el poder, quién lo ejerce? Y no solamente quién, sino qué: la ciencia, la tecnología. Y dónde se expresa el poder. Seguramente los 33 Orientales, que sabemos que no eran 33 sino que el número responde a una denominación masónica, debajo de ellos y sobre ellos está la masonería. Los tres jefes de la cruzada son masones: Lavalleja, Oribe y Zufriategui. El número 33 está bajo el palio de la masonería. ¿En qué momento la masonería invierte el reloj de arena y en lugar de patrocinar la reunificación del 25 de agosto, patrocina la amputación del 27 de agosto del 28? ¿En qué momento? ¿En qué lugar, en Londres, en París, en Río de Janeiro?
39) ¿La Convención Preliminar de Paz también está patrocinada por la masonería?
Ah no me cabe la menor duda. Los cinco firmantes de la Convención son masones. El emperador era masón, Rivadavia era masón. No era masón Dorrego, y él se opone a la Convención.
40) ¿Y Artigas era masón?
A Artigas lo traen en el año 1855 para acá. Estanislao Vega, que es el que preside la comisión uruguaya que va a buscar los restos de Artigas a Asunción, era masón. Trajeron a Artigas y no tenían donde ponerlo, lo dejaron ahí arrumbado, y un masón como Gabriel Antonio Pereira ofreció su panteón. El que compra la espada de Artigas es un masón, Leandro Gómez. El que le da una parte de su chacra para que termine sus años en Paraguay es Carlos López, un masón. Juntando todo esto, no sé si Artigas en algún momento no fue masón. Alguien que no tiene autoridad histórica ninguna, pero que es masón, como Tabaré Vázquez, lo dijo en reserva.

sábado, 20 de julio de 2013

Enciclopedia Uruguaya

A través de los siguientes vínculos, podrán leer y descargar gratuitamente todos los números de la Enciclopedia Uruguaya. Se trata de un excelente material que hace referencia específica a muchos de los temas del curso. Si hacen click en el nombre de la colección, accederán a la página www.periodicas.edu.uy . Si clickean sobre cada uno de los números, directamente los pueden descargar.

Enciclopedia Uruguaya

Índice de números
Nº I - La historia política
Nº II - 180 años de literatura
Nº III - La evolución económica

Nº 1 - El mundo indígena

Nº 2 - Las tierras del Sin Fin
Nº 3 - La España de la Conquista
Nº 4 - Conquistadores y colonizadores
Nº 5 - La conquista espiritual

Nº 8 - El mostrador montevideano

Nº 9 - Amos y esclavos
Nº 11 - Los porteños
Nº 12 - Artigas : la conciencias cívica
Nº 13 - Las montoneras y sus caudillos

Nº 14 - Los patricios

Nº 15 - La guerra de los imperios
Nº 16 - La Independencia y el Estado oriental
Nº 17 - Divisas y partidos
Nº 18 - Civilización y barbarie
Nº 19 - Las guerras civiles
Nº 21 - Principistas y doctores
Nº 22 - Latorre y el estado uruguayo

Nº 23 - Varela : la conciencia cultural

Nº 24 - La estancia alambrada
Nº 31 - La cultura del 900
Nº 33 - Los retratistas del país

Nº 37 - Presencia de la Iglesia
Nº 38 - Sufragistas y poetisas

Nº 39 - Los pensadores

Nº 40 - Estatización y burocracia
Nº 44 - La democracia política
Nº 46 - Industrialización y dependencia económica
Nº 48 - La quiebra del modelo
Nº 49 - La Universidad

Nº 54 - El Uruguay en el mundo actual
Nº 55 - La crisis económica actual
Nº 56 - La conciencia crítica
Nº 57 - El mensaje de los jóvenes
Nº 59 - Crónicas contemporáneas I - Los blancos al poder
Nº 60 - Crónicas contemporáneas II - Uruguay hoy


viernes, 19 de julio de 2013

El Uruguay Pastoril y Caudillesco en la primera mitad del siglo XIX

En 1810 el interior se sublevó contra la autoridad española residente en Montevideo. Dirigía la Revolución un capitán criollo del ejército "godo": José Artigas.
La Revolución en un principio acató la autoridad de la Junta de Mayo en Buenos Aires, pero las diferencias políticas, económicas y sociales pronto separaron a los "orientales" de los "porteños". En 1813 el Congreso de Abril proclamó los principios políticos de la Revolución: independencia de España; organización de un vasto estado, confederado primero y federado después, con todas las regiones del ex-virreinato de Buenos Aires; democracia y república. La capital debía estar fuera de Buenos Aires.
En setiembre de 1815, Artigas dictó un Reglamento que repartió las inmensas posesiones de los enemigos de la Revolución, "malos europeos y peores americanos", entre los mas infelices", siendo preferidos los indios, negros libres y "criollos pobres". A cada uno se le entregaría una estancia mediana para la época con la obligación de construir un rancho, dos corrales y sujetar el ganado de rodeo. La aplicación del reglamento fue en parte detenida por la invasión europea de 1816 que luego reseñaremos, pero las confiscaciones de grandes estancias que precedieron a los repartos abonaron el odio que hacia Artigas y sus seguidores comenzó a sentir la vieja clase alta del período colonial.
De 1811 a 1814 los orientales lucharon contra España procurando con el auxilio bonaerense ocupar Montevideo. Pero en enero de 1814, Artigas decidió que el objetivo de la Revolución no podía ser sustituir un "despotismo español", por otro , el bonaerense, y dejó solas a las tropas de Buenos Aires frente a Montevideo. Esta cayó en poder de los porteños en junio. Artigas hizo entonces la guerra a Buenos Aires, auxiliado por las provincias ribereñas del Uruguay y del Paraná, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, seducidas por las ideas federales. La lucha fue desde entonces entre los federales , que eran también republicanos, y los bonaerenses que eran además de centralistas, monárquicos. En 1815, con la victoria de Guayabos, Artigas logró que los porteños devolvieran Montevideo a los orientales, y ese año pudo gobernar todo el país.
De 1816 a 1820 debió enfrentar la invasión de la monarquía portuguesa asentada en Río de Janeiro. Los lusitanos, deseosos de ocupar el territorio oriental que desde temprano disputaron a España, también invadieron por el temor a que el sur del Brasil se contagiara de los principios republicanos y federales. El invasor portugués contó con el beneplácito de Buenos Aires y terminó con derrotar a Artigas en 1820.
El país, arruinado su comercio y su ganadería por nueves años de permanente guerra revolucionaria, quedó en manos portuguesas primero (1820-1822) y brasileñas después (1822-1825). Una porción importante de las clases altas colaboró con el invasor. Este, representado por un hábil general portugués, Carlos Federico Lecor, prometió el orden y la devolución de sus propiedades a los confiscados por Artigas. En 1821, un congreso orientales colaboradores votó la incorporación de la ahora llamada Provincia Cisplatina al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves.
Las autoridades brasileñas, empero, concluyeron por desilusionar a las clases altas e irritar a los demás sectores sociales. Renació con facilidad el sentimiento antilusitano, fuerte en una población de origen español que venía combatiendo los avances portugueses desde el siglo XVII.
Los criollos vieron poco a poco como el invasor portugués prefería a los lusitanos en los repartos de tierras y en las concesiones comerciales. El sostenimiento del ejército de ocupación era gravoso. El autoritarismo de Lecor impidió el menor asomo de autogobierno, ni siquiera cuando la Constitución brasileña de 1824 empezó a regir.
En abril de 1825 se inició la segunda etapa de la Revolución cuando 33 orientales - número y nacionalidad un tanto míticos - invadieron el país y en pocos meses sublevaron todo el medio rural contra los brasileños que siguieron ocupando Montevideo. Luego de las victorias de Rincón y Sarandí, el gobierno de Buenos Aires apoyó oficialmente a los orientales y entró en guerra con el Brasil a fines de 1825.
La nueva Revolución oriental fue encabezada por Juan A. Lavalleja, un caudillo rural, y rápidamente se plegó a ella su par, Fructuoso Rivera.
Sus objetivos eran más modestos que los de Artigas. Si éste quiso la federación y el igualitarismo social, además de la independencia del dominio extranjero, Lavalleja y Rivera se conformaron con liberarnos del Brasil y dejaron confuso, tal vez exprofeso, el carácter de las futuras relaciones de los orientales con Buenos Aires así como la solución del problema de la tierra.
El 25 de agosto de 1825 la Sala de Representantes de la Provincia Oriental declaró en primer lugar la independencia absoluta del país, y luego su unión a las demás provincias.
La guerra con el Brasil culminó con la victoria no decisiva de Ituzaingó en febrero de 1827. Desde meses antes mediaba Gran Bretaña en el conflicto a través de su enviado, Lord Pomsomby. La guerra perturbaba gravemente el comercio inglés con la Argentina debido al bloqueo brasileño del puerto de Buenos Aires. Además, pero sólo en segundo plano, a Gran Bretaña le interesaba fomentar la independencia de un pequeño estado sobre el Río de la Plata que impidiera que las dos orillas fueran argentinas. De tal modo ese río, puerta de entrada al principal sistema hidrográfico navegable de América del Sur, se internacionalizaría y el comercio inglés no podría ser obstaculizado por una Argentina fuerte.
En 1830 una Asamblea electa aprobó la Constitución del nuevo país, llamado oficialmente, "Estado Oriental del Uruguay". El régimen jurídico aseguraba, en apariencia, el orden interno inspirándose en modelos europeos y norteamericanos. El nuevos estado sería republicano y garantizaría los derechos individuales mediante la separación clásica de los tres poderes. El derecho del sufragio se impedia a los analfabetos, peones, sirvientes y vagos, la mayoría de la población. En principio, una minoría acomodada elegiría a diputados y senadores que permanecerían 3 y 6 años, respectivamente, en sus funciones. Estos a su vez, y cada 4 años, designarían al Presidente de la República que no podría ser reelecto, sino una vez transcurrido un período de gobierno. Esta Constitución rigió los destinos del Uruguay hasta 1919.
El país real, sin embargo, se salteó este orden jurídico europeizado. Las guerras civiles dominaron el escenario uruguayo hasta por lo menos 1876. En ellas se gestaron los dos partidos que pasaron a la modernidad y sobrevivieron en el siglo XX: el blanco y el colorado.
Una breve crónica de los principales hechos mostrará las etapas políticas y revelará la "anarquía", expresión que apareció en los escritos de los intelectuales que integraron los efímeros gobiernos, y que afloró en las quejas de las clases poseedoras de riqueza.
El primer presidente constitucional, Fructuoso Rivera (1830-1834) debió soportar tres alzamientos del otro caudillo rural, Juan A. Lavalleja.
Su sucesor, Manuel Oribe (1835-1838), tuvo que combatir dos alzamientos del ex-presidente Rivera. En 1836, en la batalla de Carpintería, los bandos usaron por primera vez las dos divisas tradicionales: el blanco distinguió las tropas del gobierno que se titularon "Defensores de las Leyes", y el celeste primero - el otro color de la bandera uruguaya - y el colorado después, fueron usados por los fieles de Rivera. Un segundo alzamiento de este derrocó al gobierno de Manuel Oribe en 1838. Rivera, auxiliado por la escuadra francesa que deseaba acabar con Oribe, el aliado del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, ocupó Montevideo y se hizo elegir presidente por segunda vez en 1839. Ese año se inició la "Guerra Grande" cuando Rivera declaró la guerra a Rosas quien seguía reconociendo a Manuel Oribe como presidente constitucional del Uruguay. Los dos bandos uruguayos se internacionalizaron. Rivera contó con el apoyo de los enemigos unitarios argentinos y las escuadras francesas e inglesa. Las dos naciones europeas temían que Rosas anexara al Uruguay y deseaban además terminar con el monopolio que sobre la navegación del Paraná ejercía el gobernador de Buenos Aires. Oribe se apoyó en Rosas y puso sitio a Montevideo durante 9 años. (1843-1851).
El conflicto se resolvió cuando se retiraron los europeos e intervino el Imperio del Brasil a favor del Montevideo Colorado. Oribe y Rosas fueron derrotados. A pesar de ello se firmó una paz entre los orientales el 8 de octubre de 1851 por la cual se declaraba que no había ni vencidos ni vencedores.
La atmósfera que siguió a este conflicto fue de fusión entre los partidos. La ruina de la ganadería, el comercio y las fortunas privadas por la larga lucha, ambientó esa política. Pero los dos bandos habían encarnado en la memoria colectiva y la lucha civil se reanudo.
El presidente Blanco Juan F. Giró (1852-1853) fue derribado por un motín del ejército colorado. El nuevo caudillo de este partido, el General y caudillo rural Venancio Flores, gobierno como presidente hasta 1855. En 1856 la fusión y el pretendido olvido de los rencores del pasado llevaron al poder a Gabriel A. Pereira (1856-1860). Bajo su mandato, una fracción del Partido Colorado, llamada Partido Conservador, se alzó en armas y sus jefes fueron derrotados y fusilados en Quinteros por las tropas del gobierno. Entre 1860 y 1864 gobernó el presidente Bernardo P. Berro. Este pretendió continuar con la política de fusión pero los partidos renacieron. En 1863, el General Flores invadió el Uruguay con el apoyo del presidente argentino Bartolomé Mitre y la colaboración final del Imperio del Brasil. Bernardo P. Berro buscó apoyo en el Paraguay para restablecer así decía, el equilibrio en el Río de la Plata. Luego de la caída en manos de Flores de la ciudad de Paysandú (enero de 1865), uno de sus generales mandó fusilar a los más destacados jefes blancos. De este modo ambos partidos tradicionales tuvieron sus mártires y una carga de emotividad que les aseguró larga permanencia.
El triunfo de Flores culminó con su dictadura (1865-1868) y la intervención del Uruguay en la guerra de la Triple Alianza junto a Brasil y Argentina contra el Paraguay. En febrero de 1868, Venancio Flores, que había despertado rencores apasionados, fue asesinado. El mismo día fue ultimado el ex-presidente blanco Bernardo P. Berro. Las tradiciones partidarias se nutrieron de nuevos mártires.
Venancio Flores inició la serie de gobiernos colorados que recién concluyó en 1959. Lorenzo Batlle, su sucesor y presidente constitucional entre 1868 y 1872, debió enfrentar un alzamiento blanco comandado por el caudillo rural Timoteo Aparicio.
Esta revolución fue conocida como de "Las Lanzas" debido al arma que allí se uso de preferencia, lo que testimonia la tecnología militar primitiva de la época. Por su duración (1870-1872) y sus efectos destructivos sobre la riqueza ganadera, es el conflicto civil que mejor puede compararse a la "Guerra Grande". Ambos bandos se reconciliaron en la llamada Paz de Abril de 1872 por la cual los blancos lograron por primera vez coparticipar junto a los colorados en el gobierno. Pero la anarquía persistió hasta 1876 en que el coronel colorado Lorenzo Latorre tomó el gobierno.
Fue por efecto de la lucha y los propios acontecimientos relatados, que colorados y blancos fueron dotándose de ciertos contenidos políticos, sociales y hasta regionales. Las personalidades diferentes y los vínculos sociales distintos de Rivera y Oribe, y el principal de los conflictos citados - la "Guerra Grande" - dieron nueva forma a la oposición colonial entre la Capital y el Interior. Los colorados se identificaron con el Montevideo sitiado, los inmigrantes y la apertura a lo europeo; los blancos, asentados en la campaña sitiadora, se identificaron con el medio rural, sus grandes terratenientes y lo americano-criollo.
Pero estas diferencias no alcanzan para explicar la profundidad del desorden interno que conoció en esos años el Uruguay. Las estructuras sociales, económicas y culturales, así como la tecnología de una civilización pre-industrial, deben ser convocadas para la interpretación del hecho político y completar la imagen del país.
Iglesia Católica, ejército y gran propiedad, los tres pilares del orden conservador en América Latina, eran débiles en el Uruguay.
El alto clero no existía en 1830, recién en 1878 el Uruguay tuvo su primer obispado. El bajo clero era escaso, a menudo extranjero, de escasa formación teologíca y relativo nivel moral. Sin propiedades importantes, su influencia se reducía a representar la religión mayoritaria de la población.
El ejército era pequeño y carecía del monopolio de la coacción física. El habitante del medio rural, que manejaba el caballo, el lazo y el cuchillo para trabajar en las faenas rurales, se transformaba a la menor insinuación de sus líderes, en rebelde activo y soldado competidor del profesional.
La gran propiedad, que dominaba la estructura agraria, no estaba asentada. Los poseedores del período revolucionario lucharon contra los viejos propietarios - a menudo ellos también con títulos de propiedad imperfectos - de la colonia. El gobierno debió ser el árbitro de estas tensiones que a menudo se trasvasaron a la lucha entre blancos y colorados, mas afines los primeros a los grandes propietarios y los segundos a los grandes y pequeños poseedores. El lugar social, entonces, dependió del Estado más que el Estado de la clase terrateniente.
Los medios de comunicación y transporte eran los de una civilización ganadera. Un hombre bien montado y con caballos de relevo, podía comunicar Montevideo con San Fructuoso, villa a 400 kilómetros de distancia, en dos días, pero el servicio regular de diligencias, recién organizado a partir de 1850, tardaba por lo menos 4 o 5 días si los ríos y arroyos daban paso y no estaban crecidos. Las carretas que transportaban cueros y lanas tardaban un mes. El ganado fluía a los saladeros por sus propios medios y daba vida a la actividad de un personal especializado en su conducción, el tropero. La agricultura, en cambio, dependía de la pesada y costosa carreta por la que se desarrolló únicamente en torno a las ciudades consumidoras. Sólo la región del litoral, sobre el río Uruguay, gozó de mejores comunicaciones ya que Salto se ligó a Montevideo desde 1860 por líneas de vapores que recorrían la distancia en 3 días.
Mantener el control de la campaña desde la excéntrica Montevideo era muy difícil con este sistema de comunicaciones y transportes. Cuando la noticia de la revolución rural llegaba a la Capital, la subversión ya había tomado cuerpo. Los diversos ejércitos gubernamentales incluso tenían dificultades para conocer sus posiciones y combinar esfuerzos contra los rebeldes, como sucedió por ejemplo, con los colorados durante la "Revolución de las Lanzas".

documento elaborado por: José Pedro Barrán
Tomado de:  http://www.rau.edu.uy/uruguay/historia
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El nacimiento del Uruguay moderno en la segunda mitad del siglo XIX

Los gobiernos de los militares colorados Lorenzo Latorre (1876- 1880), Máximo Santos (1882-1886) y Máximo Tajes (1886-1890), fueron los que asentaron el poder central, dominaron a los caudillos rurales y tornaron los alzamientos sino imposibles, difíciles.
El Estado y el ejército gozaron desde ese momento del monopolio de la coacción física, en parte porque el armamento era ya costoso y de difícil manejo para los gauchos - el fusil Remington de repetición y la artillería Krupp hicieron su aparición - ; en parte porque los medios de comunicación (telégrafo) y transportes (ferrocarril) fortalecieron el poder montevideano; en parte porque la sociedad y la economía estaban cambiando y se oponían a las costosas rebeliones del pasado.
También contribuyó el afianzamiento de la paz interna el fortalecimiento del sentimiento nacional que ya no admitió la internacionalización de los partidos uruguayos y sus alianzas con los federales y unitarios argentinos o los bandos brasileños. La unificación de la Argentina y el Brasil, en torno a Buenos Aires y Río de Janeiro, hizo que poco a poco desaparecieran los llamados desde esas naciones a participar en las luchas internas. Desde este ángulo, la "Revolución de las Lanzas" (1870-1872) fue la primera guerra civil puramente uruguaya.
A los militares sucedieron los gobiernos civiles, presidencialistas y autoritarios, de Julio Herrera y Obes (1890-1894) y Juan Idiarte Borda (1894-1897). Al exclusivismo colorado y sus manipulaciones electorales respondieron las revoluciones blancas capitaneadas por el caudillo rural Aparicio Saravia. Su levantamiento en 1897 fue la base de un gobierno colorado de compromiso con los blancos, el de Juan L. Cuestas (1897-1903).
Electo José Batlle y Ordóñez en 1903, Aparicio Saravia dirigió en 1904 la última gran revuelta rural. Pero estas dos revoluciones difieren de las anteriores: el programa de reivindicaciones políticas tendió a crecer sobre la mera adhesión a la tradición partidaria, y así, en 1897 y 1904, los blancos alzaron las modernas banderas del respeto a la voluntad popular en las elecciones y la representación proporcional de los partidos en el Poder Legislativo.
La paz interna y el fuerte gobierno central montevideano estuvieron vinculados a paralelas transformaciones que ocurrieron en la demografía, la economía, la sociedad y la cultura del Uruguay.
El Uruguay de 1830 apenas contaba con 70.000 habitantes. El de 1875 poseía ya 450.000 y el de 1900 un millón. El espectacular crecimiento - la población se multiplicó por 14 en 70 años - no tenía parangón en ningún país americano. La alta tasa de natalidad dominante hasta 1890 - 40/50 por mil habitantes - se había unido a una relativamente baja tasa de mortalidad - 20/30 por mil - para ambientar este hecho , pero el factor crucial de la revolución demográfica fue la inmigración europea.
Franceses, italianos y españoles hasta 1850, italianos y españoles luego, llegaron en 4 o 5 oleadas durante el siglo XIX. La inmigración fue temprana en relación a la más tardía que arribó a la Argentina, y sobre todo fue cuantiosa en relación a la muy pequeña población existente en 1830. De 1840 a 1890, Montevideo poseyó de un 60 a un 50 % de población extranjera, casi toda europea. El Censo de 1860 mostró un 35% de extranjeros en todo el país, y el de 1908 redujo esa cifra al 17%.
Los europeos - y brasileños - , con valores diferentes a los de la población criolla, sobre todo los primeros, más proclives al espíritu de empresa y al ahorro; protegidos por sus cónsules durante las guerras civiles y recompensados siempre por sus pérdidas por el estado uruguayo amenazado desde el exterior, se convirtieron hacia 1870-1880 en los principales propietarios rurales y urbanos, como poseían el 56% del total de la propiedad montevideana y el 58% del valor de la propiedad rural.
Los inmigrantes europeos fueron también los iniciadores de la industria de bienes de consumo al grado que en 1889 controlaban el 80% de esos establecimientos. Los inmigrantes, hostiles por lo general a las disputas entre blancos y colorados, exigieron la paz interna.
La estructura económica se modificó. El ovino se incorporó a la explotación del vacuno en la estancia de 1850-1870. De acuerdo al censo de 1852, la existencia ovina se reducía a 800.000 cabezas que daban de 400 a 500 gramos de lana criolla por cabeza, sólo apta para colchones. En 1868 la existencia se estimó en 17 millones que rendían 1,150 gramos de lana merino por cabeza, pues ya se había iniciado el mestizaje con ejemplares procedentes de Francia y Alemania. La lana suple al cuero como principal producto de la exportación uruguaya en 1884 de ahí en adelante, hasta que apareció con vigor la carne congelada en 1910-1920, la lana fue el principal rubro de ventas al exterior.
Esta transformación fue ambientada por el alto precio de la lana en el mercado internacional, debido sobre todo a la desaparición de la fibra competitiva, el algodón, a raíz de la Guerra de Secesión en los Estados Unidos (1861-1865).
El ovino que podía ser explotado en campos de pasturas de calidad inferior y exigía 5 veces menos tierra por unidad que el vacuno, sirvio de base al desarrollo de la clase media rural. También requería en los comienzos, un incremento de mano de obra. El estanciero poseía ahora además del vacuno criollo que casi solamente adquiria valor por su cuero, el lanar, que el mercado europeo siempre compraba a buen precio.
El Uruguay de fines del siglo XIX tuvo así características económicas que lo singularizaron en el contexto latinoamericano. Producía alimentos - la carne - y satisfacía otras dos necesidades básicas del hombre, su calzado, con el cuero, y su vestimenta con la lana. Sus mercados externos se habían diversificados en vez de tender a la dependencia de un solo comprador. Brasil y Cuba consumían su tasajo; Francia, Alemania y Bélgica, sus lanas; y Gran Bretaña y Estados Unidos, sus cueros. Al comprarle Europa mercaderías que ella también producía, el Uruguay gozó de una renta diferencial elevada, por cuanto Europa mantenía sus ganados con más altos costos de explotación.
Estimaciones recientes del ingreso per cápita en el siglo XIX, realizadas en base al 15% de las exportaciones, permiten sospechar un elevado ingreso en el Uruguay de 1870-1900 - 317 dólares per cápita en 1881-1885, por ejemplo comparable y superior al de los Estados Unidos y muy superior al atribuído al Brasil.
Debemos anotar también que el librecambio británico - y europeo en general - fue una pieza esencial de este sistema económico en el cual el Uruguay vendía a Europa mercaderías que competían con su producción agraria. Mientras ese libre cambio duró - y lo hizo hasta la crisis mundial de 1929 - Uruguay tuvo un lugar económico seguro y rentable en el mundo.
Al ovino siguió el acercamiento de las estancias. Estas fueron alambradas entre 1870 y 1890 tanto para asegurar al propietario el uso exclusivo para sus ganados de las pasturas, como para permitir el mestizaje del ovino y el vacuno con razas europeas. El cerco dejó desocupada a la mano de obra que antes custodiaba el ganado y generó un problema insólito de hambre y miseria rural. Esta desocupación tecnológica se convirtió paradojalmente en un buen caldo de cultivo para las últimas guerras civiles de fines del siglo XIX y principios del XX.
Ovino y cercamiento, dos enormes inversiones aumentaron la necesidad de orden interno que tenían los estancieros. Los terratenientes protagonistas de estos cambios se agremiaron y fundaron la Asociación Rural en 1871, con el fin de imponer la paz interna a toda costa.
Paralelamente ocurrieron transformaciones en el medio urbano. A partir de 1860 comenzaron las primeras inversiones extranjeras, sobre todo británicas. Fueron los avanzados entre 1863 y 1865, la fábrica Liebig en la industria de carnes, y en las finanzas el Banco de Londres y Río de la Plata y el primer empréstito del gobierno uruguayo de los inversores en la City Londinense. En 1884 se estimó en 6,5 millones de libras el total de las inversiones británicas; en 1900 ya eran 40. Los ingleses ya habían construído los ferrocarriles - la primera línea fue inaugurada en 1869 y en 1905, el kilometraje total alcanzaba los 2000 - invertido en los servicios públicos de Montevideo (agua corriente, gas, teléfonos, tranvías) e incrementando sus empréstitos al gobierno y su intervención casi monopólica en el mercado de los seguros.
En el caso de los ferrocarriles, los capitalistas ingleses obtuvieron importantes concesiones del gobierno uruguayo que deseaba ese medio de transporte a cualquier costo con tal de poder utilizarlo para doblegar las revueltas rurales. La mayoría de las líneas gozaron de un interés garantido del 7% del capital ficto de 5.000 liras por kilómetro de vía férrea, lo que ocasionó la construcción de inútiles curvas y tal vez de un 10 a un 5% de kilometraje superfluo. El Estado solo podía intervenir en la fijación de las tarifas si las ganancias de las empresas superaban el 12%, cifra a la que naturalmente nunca llegaron.
El ferrocarril fue esencial para que el gobierno central pudiera controlar el interior. Cuando en 1886 el Río Negro fue cruzado por un puente ferroviario, el Uruguay, que siempre había estado dividido en dos mitades en invierno, se unificó.
Este medio de transporte, así como las otras compañías inglesas instaladas en Montevideo, generaron una corriente de antipatía popular por sus elevadas tarifas y deficientes servicios. El monopolio que usufructuaba el ferrocarril, la empresa de aguas corrientes, la del gas y el oligopolio de las compañías de seguros, contribuyeron a fomentar dudas en la clase política ya en 1890 acerca de los beneficios que acarreaba al Uruguay el capital extranjero no vigilado por el Estado.
Por eso la ley de 1888 instituyó un control estricto de la contabilidad de las empresas ferroviarias y en 1896 se fundó el primer banco del Estado: " Banco de la República Oriental del Uruguay".
Todos estos inversores, como es casi obvio, exigían la pacificación interna del Uruguay, pues las utilidades de la empresas extranjeras y el cobro de los intereses de la deuda del gobierno uruguayo, por ejemplo, estaban ligados a la marcha pacífica y próspera del país.
La inversión británica en el Uruguay, aunque pequeña comparada con la totalidad de las imperiales en el mundo, era cuantiosa comparada con el capital industrial uruguayo. El Uruguay ocupaba el quinto lugar en la cuantía del capital inglés invertido en América Latina, teniendo los primeros puestos Argentina, México, Brasil y Chile. Pero si dividimos la inversión extranjera por el número de los habitantes del país latinoamericano receptor, el quinto lugar se transforma en segundo, sólo detrás de Argentina.
Luego en 1875, el crecimiento demográfico y la legislación aduanera proteccionista ambientaron el nacimiento de la industria moderna. Incipiente y desarrollada sólo en la provisión de bienes de consumo (alimentos, bebidas, muebles, tejidos, cueros), generó tanto un patronato deseoso de orden como un proletariado, numericamente exiguo, pero hostil al enganche en las filas de los ejércitos blancos y colorados.
La sociedad uruguaya, resultante y promotora a la vez de estos cambios, fue muy distinta a la de la primera mitad del siglo XIX. Las clases se diferenciaron con claridad, la dueña de la tierra era compleja, pues al lado del latifundio se consolidó la propiedad mediana con la explotación del ovino. El censo de 1908 permite deducir que los predios de 100 a 2.500 hectáreas, asimilables a estancias de la clase media rural, ocupaban el 52% de la superficie apta, y que 1391 predios de más de 2501 hectáreas - los latifundios - ocupaban el 43% de esa superficie. Este era el fruto de una larga evolución histórica que salvo a la gran propiedad pero la obligó a cohabitar con una importante clase media rural. Las guerras de la independencia y las civiles con su cortejo de ruina ganadera, robos de haciendas e interrupción de la producción, tuvieron otra consecuencia importante: la titularidad de la propiedad cambio de manos velozmente en el siglo XIX. El latifundio existía en 1900 pero los latifundistas ya no eran los mismos del período colonial o de los primeros años del Uruguay independiente. La clase alta olía a nuevos ricos. Eso disminuyó su poder y su prestigio en el seno de la sociedad.
Los estancieros gozaban en 1900 de la posesión de dos monopolios: la tierra y la carne, valorizadas ambas con los avances de la industria saladeril y sobre todo con la fundación en 1905 del primer frigorífico exportador de carnes congeladas a Europa.
El proletariado rural ya no podía optar entre la vagancia y la labor en las estancias, ahora debía trabajar para alimentarse. Los desocupados miserablemente en los llamados "pueblos de ratas", cambiando su anterior dieta carnívora por ensopados de escaso valor nutritivo. El servicio doméstico o la prostitución para las mujeres; el peonaje, la esquila, el contrabando y el robo de ganado para los hombres, fueron las actividades del gaucho moderno. Pero, ya empezó a emigrar a las ciudades.
En Montevideo, la aparición de la "cuestión social" fue la novedad. Aunque el ascenso social aún era posible, las condiciones de vida del proletariado industrial eran duras. Las jornadas de 11 o 15 horas ambientaron la prédica anarquista y la fundación de los primeros sindicatos hacia 1875. El viejo temor de la clase empresaria a la subversión blanca, fue poco a poco sustituído por su nuevo miedo a la revolución social.
Ocurrieron cambios también en el orden cultural y mental. La Universidad abrió sus puertas a los estudios de abogacía en 1849, a los de Medicina en 1876 y a los de Matemáticas en 1888. En 1877, el gobierno del coronel Latorre, inspirado por José Pedro Varela, decretó una importante reforma en la enseñanza primaria, volviéndola obligatoria y gratuita y otorgándole recursos para su desarrollo. La tasa de analfabetismo que era elevadísima, comenzó a descender. El deseo de incrementar la actividad política de los habitantes y a la vez prepararlos mejor para el nuevo orden económico estuvo detrás de esta transformación.
El Uruguay también secularizó sus costumbres y su cultura. En 1861 la Iglesia Católica comenzó a perder su jurisdicción sobre los cementerios; en 1879 el estado decidió llevar los Registros del Estado Civil aunque admitió que el casamiento religioso precediera al civil. En 1885 se instituyó el matrimonio civil obligatorio y este debió celebrarse antes que la ceremonia religiosa. En 1907 se aprobó la primera ley de divorcio.
A pesar de que en las escuelas del Estado, aún se aprendía el catecismo, la hostilidad de las autoridades y muchos maestros, redujo esa educación al mero aprendizaje de memoria del Catecismo, sin ninguna explicación previa. En 1909 fue suprimido por completo este resto de enseñanza religiosa.
La juventud universitaria, hecho tal vez más significativo que los anteriores, se embarcó primero en el espiritualismo ecléctico (1850-1975) y luego de esa fecha en el positivismo y el agnosticismo, cuando no el ateismo. La Iglesia Católica se sintió perseguida y reaccionó, pero el grueso de las clases dirigentes y buena parte de la población o siguieron hostilizándola o la miraron con indiferencia. De acuerdo al censo de 1908, los católicos ya no eran la mayoría absoluta entre los hombres nativos de Montevideo. Su 44% era seguido muy de cerca por un 40% de hombres nativos que se habían declarado liberales.
Otro signo de la modernidad fue la aparición de un nuevo modelo demográfico. La natalidad comenzó a decrecer ya en 1890, la edad promedio del matrimonio femenino ascendió de 20 a 25 años, y comenzaron a aparecer las primeras formas de control artificial de la natalidad, denunciadas con vigor por el clero católico.
De este modo llegó al siglo XX el país mas tempranamente europeizado de América Latina.

documento elaborado por: José Pedro Barrán
Tomado de: http://www.rau.edu.uy/uruguay/historia/
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